domingo, 12 de febrero de 2017

EL CONCILIO CADAVÉRICO

                                  Museo de Bellas Artes de Nantes

La ciudad de Nantes en la zona del Loire posee un importante Museo de Bellas Artes y el observador sagaz que recorra sus obras, detectará una que le llamará la atención. El cuadro muestra tres personajes con atuendo medieval, concretamente del siglo IX. En el extremo izquierdo se encuentra un hombre que lleva hábito correspondiente al cargo de Sumo Pontífice quien con gesto airado, cargado de odio, señala con brazo acusador a otro personaje también con hábito papal. Éste está sentado en un trono situado sobre un podio y debajo de una cruz que cuelga de la pared de la nave principal de la basílica San Juan de Letrán en Roma.

Entre ambos personajes y detrás de un atril se encuentra un hombre con atuendo sacerdotal negro que contrasta con la pompa de los dos papas. Está escuchando atentamente el discurso del pontífice acusador y toda la escena indica que se trata de un juicio. Pero lo que llama la atención del observador es el rostro del acusado. En realidad no es un rostro, sino un cráneo cubierto con lo que queda de piel, y no se trata de un muerto reciente, más bien da la impresión de que hacía tiempo que había pasado al otro mundo, y para ser preciso, alrededor de nueve meses.

               El concilio cadavérico por Jean Paul Laurens

Podemos imaginar el hedor insoportable del ambiente y la desesperación del pobre sacerdote, que haciendo el papel de juez, no vería el momento de acabar con el proceso. Más alejados del pestilente vaho, el cuadro muestra  varias filas de prelados observando aquel juicio macabro.

Formoso, obispo de Portus, una localidad portuaria vecina a Roma fue elegido papa en el año 891. Aparentemente su ascenso al trono de San Pedro empezó con el pie izquierdo ya que, en aquellos tiempos, para ser elegido papa era necesario pertenecer a una de las diócesis de Roma. Al año siguiente de su reinado, fue presionado por Guido de Spoleto, rey de Italia y Emperador Carolingio para que coronara a su hijo Lamberto. Eran los tiempos en que se hacía imprescindible para un gobernante ser ungido por el papa de turno para tener la adecuada legitimidad.

El caso es que Formoso detestaba a todos los Spoleto, a quienes consideraba muy malos cristianos, pero contra sus deseos, debió trasladarse a Rávena para coronar a Lamberto. El desquite le llegó cuando murió Guido y el papa convenció al rey alemán Arnulfo de Carintia para que destituyera a Lamberto. Arnulfo atravesó lo Alpes y asaltó Roma en febrero de 896 y los Spoleto y sus secuaces escaparon al ver el poderoso ejército germano.

Arnulfo fue coronado emperador por Formoso en el atrio de la antigua basílica de San Pedro. Ese mismo año retornó a Alemania dejando al papa vulnerable ante los Spoleto, quienes regresaron a Roma para recuperar el poder. 

La historia no precisa si en abril de 896 Formoso murió por envenenamiento o fue directamente apuñalado por los Spoleto y según la costumbre fue enterrado junto con los papas anteriores en el atrio de la Basílica de San Pedro.
Después de un corto interregno del papa Bonifacio VI, subió al papado Esteban VI quien inmediatamente fue presionado por Lamberto y su madre Ageltruda, de fuerte carácter y enrome influencia sobre su hijo, para que iniciara un juicio post mortem contra Formoso. El objetivo era producir un fuerte escarmiento para que los papas no se entrometieran con el poder imperial, por lo tanto el juicio, cuyo resultado ya estaba decidido de antemano, como sucede hoy día en nuestro país, debía ser ejemplar. 

Se decidió por la pena cruel de los antiguos romanos llamada “damnatio memoriae”, que equivalía a que el personaje desapareciera de la historia junto con sus escritos, sus decretos y sus ordenaciones.

Formoso fue desenterrado, vestido con ropas papales y sentado en la sala del juicio. Le colocaron la mitra sobre la cabeza mientras algún gusano sorprendido se asomaba por las cuencas vacías. Pese al hedor insoportable que invadía la sala, el proceso duró dos horas donde el sacerdote que se desempeñó como abogado del muerto, realizó una excelente tarea. Pero todo fue inútil, la sentencia estaba decidida a priori.

Formoso fue despojado de todas sus ropas, le cortaron los 3 dedos, o lo que quedaba de ellos con los que solía bendecir a la gente, y lo arrojaron a una fosa común. No contentos con esto, algunos familiares Spoleto desenterraron el cadáver y lo arrojaron al Tíber.

El papa Esteban VI no terminó bien, Formoso era muy querido y tenía muchos partidarios, quienes un tiempo después, ingresaron en San Pedro capturaron al papa y lo asesinaron en una mazmorra.

A veces pienso cuanto valor puede adquirir una pintura cuando se conoce el contexto que la rodea. Jean Paul Laurens realizó esta obra en 1870 con lo cual Formoso no desapareció de la historia como deseaban los Spoleto.


                        Jean Paul Laurens (1838-1921), Autorretrato

Juan Vila. El famoso Concilio Cadavérico. Amantes de la historia 24,10,2014. http://amantesdelahistoria-aliado.blogspot.com.ar/2014/10/el-famoso-concilio-cadaverico.html
Henning Mankell. Arenas Movedizas, El cadáver en el banquillo de los acusados. Tusquets, Buenos Aires 2015.
Jean-Paul Laurens.


3 comentarios:

  1. Oswaldo C de Maryland13 de febrero de 2017, 7:54

    Muy verídico y bien escrito tu artículo sobre la grotesca profanación del cadáver y de la memoria del papa Formoso. Ya había leido los vergonzosos detalles de ese "juicio" macabro en un libro de historia de la iglesia. El papa Esteban VII, que pronunció la sentencia al cadáver, eventualmente fué arrestado y estrangulado (no se sabe por quien o por cual motivo). Uno de los siguientes papas, Teodoro II, hizo rescatar el cadáver del papa Formoso del río Tíber, lo enterró otra vez con todo honor en la basílica de San Pedro, y restoró los clérigos ordenados por Formoso, quienes habían sido degradados despés del juicio.

    Este triste episodio nos hace recordar características importantes de la iglesia:
    1. Aquí en la tierra, está llena de pecadores. Suerte para mi, ya que de lo contrario yo no podría ser parte de ella.
    2. Claramente es una entidad tanto humana cuanto divina: ninguna organización exclusivamente humana podria haber sobrevivido 2000 años con escándalos tan serios. Tenemos garantía de Dios que la iglesia seguirá hasta el fin del mundo.
    3. Su infalibilidad está limitada a enseñanzas sobre asuntos de fé y de moralidad. El mal ejemplo no cuenta como enseñanza

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    1. Gracias por ampliar el artículo que me resultó interesante y que desconocía.

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