martes, 3 de diciembre de 2013

IRENA SENDLER Y RAOUL WALLENBERG

Los años de la Segunda Guerra Mundial, son ricos en personajes heroicos que salvaron vidas, especialmente de judíos destinados a las cámaras de gas. Ante la necesidad de hacer una selección, se comete la injusticia de no poder incluir a tantos héroes anónimos que despreciando el riesgo y la seguridad, llegaron a situaciones extremas para rescatar a otros de la muerte. Aquí me limitaré a dos de estos personajes: Irena Sendler y Raoul Wallenberg.

Irena Sendler



                            Irena Sendler (1910-2008)

Irena tenía 7 años y estaba al lado de su padre que agonizando presa de la fiebre tifoidea, alcanzó a acariciarle el rostro mientras le decía: “Recuerda siempre Irena que si alguien en tu presencia se está ahogando, debes salvarlo, aunque no sepas nadar”. Veintidós años más tarde, cuando Irena se desempeñaba como enfermera en Varsovia, los ejércitos alemanes invadieron Polonia. La situación de los judíos fue empeorando progresivamente hasta culminar en 1942 con la creación del gueto, donde miles de familias fueron hacinadas en condiciones infrahumanas.

Irena se unió al Zegota, una asociación clandestina para la ayuda a los judíos. Pronto consiguió identificaciones de la oficina sanitaria, cuya tarea era la lucha contra las enfermedades contagiosas. En cierto modo, estas identificaciones constituyeron un salvoconducto ya que los soldados alemanes, no estaban interesados en revisar y detener a personas involucradas con enfermos de tifus.

                         Irena con uniforme de enfermera

Irena se puso en contacto con familias para llevar a sus hijos fuera del gueto. No les ofrecía garantías de éxito, pero sí les aseguraba categóricamente que si no abandonaban el gueto estaban condenados a muerte. Detectó mucho antes que los demás, el destino final al que conducían los trenes de donde ninguno regresaba. Muchas madres y abuelas fueron reticentes en entregar a sus niños, algo absolutamente comprensible pero que les resultó fatal.

Irena caminaba por las calles de Varsovia bajo la vigilancia de los soldados alemanes. La veían pasar, siempre apresurada, llevando una gran caja de herramientas, cargando sobre sus espaldas bolsas con papas, o arrastrando ataúdes, que no contenían ni herramientas, ni papas ni muertos. Irena transportaba seres humanos, que de acuerdo al tamaño, iban en el lugar correspondiente: bebés en la caja de madera, niños pequeños en la bolsa y casi adolescentes en el ataúd.

Llevar a cabo esa tarea en forma cotidiana implicaba una carga enorme de riesgo y de coraje, porque Irena tenía plena convicción que en algún momento la detectarían y ocultar a un judío era pena de muerte. Considerando que pasaba varias veces por día delante de los ojos acechantes de los invasores, éstos tardaron bastante en descubrirla. Habían transcurrido 18 meses y logró salvar más de 2500 niños, cuando escuchó el grito de ¡Alt! del oficial de la Gestapo que la paralizó helada en el medio de la calle.



             Una escena de la película “El valiente corazón de Irena Sendler

Soportó la tortura y se negó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultados. Fue sentenciada a muerte. Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un "interrogatorio adicional". Al salir, le gritó en polaco "¡Corra!" Los miembros del Zegota habían logrado detener la ejecución sobornando a los alemanes.

Cuando Polonia ingresó dentro de la Cortina de Hierro, el gobierno comunista jamás reconoció su hazaña y a duras penas evadió la pena de muerte. La burocracia soviética nunca le perdonó que su trabajo fuera financiado por el gobierno polaco exiliado en Londres.

Años más tarde, después que su foto salió en un periódico al ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra, un hombre la llamó por teléfono y le dijo: "Recuerdo su cara, usted es quien me sacó del gueto." Quizás fue ese el reconocimiento más grande y valioso, en lugar del Premio Nobel que nunca le otorgaron. Irena no salvó a un ahogado como le pidió el padre en su lecho de muerte, sino a miles de niños de la asfixia por el gas Zyklon en las cámaras de gas.

Life in a Jar. The Irena Sendler Project. http://www.irenasendler.org/team.asp

Raoul Wallenberg 

                            Raoul Wallenberg (1912-1947)

La rendición de los ejércitos del mariscal Friedrich Paulus en la Batalla de Stalingrado en 1943, fue la primera y una de las más desastrosas derrotas para Alemania. Ante este punto de inflexión en el conflicto bélico, el gobierno de Hungría se opuso a continuar su colaboración con Hitler. La respuesta fue la ocupación del país que se hizo efectiva en marzo de 1944. En forma casi inmediata empezaron las deportaciones de judíos húngaros hacia Auschwitz y Birkenau en el sur de Polonia.

Un año después, Estados Unidos creó el War Refugee Board (WRB), organización cuyo objetivo era salvar judíos de la persecución nazi. El elegido fue Raoul Wallenberg, que se desempeñaba como primer secretario de la embajada sueca en Budapest. Wallenberg exigió total autoridad para negociar con quién quisiera y emplear todos los métodos necesarios para lograr su objetivo. Sus demandas eran tan atípicas que hubo que llegar en forma escalonada hasta el rey Gustavo de Suecia para aprobar la misión.

Cuando llegó a Budapest en julio de 1944, los nazis bajo la dirección de Adolf Eichmann, ya habían deportado varios cientos de miles de judíos. Wallenberg no recurrió a la diplomacia tradicional, utilizó métodos poco convencionales que cuando fallaba la persuasión, incluyeron el soborno, la amenaza y el chantaje. Los sorprendidos y casi escandalizados miembros de la embajada, al ver que aquella metodología funcionaba eficientemente, empezaron a darle todo su apoyo.

Raoul Wallenberg fué la persona adecuada en el momento y el lugar correcto. No tenía el perfil del héroe, pero carecía de cobardía. Hábil negociador, excelente actor con gran capacidad de convencimiento, solía terminar un encuentro a los gritos y amenazas cuando la situación así lo requería. Casi siempre lograba su objetivo respaldado en gran parte por su estado diplomático que los alemanes no se animaron a violar.

Su primera medida fue elaborar pasaportes suecos para permitir la salida de judíos. Sabía que la burocracia alemana tenía debilidad por los simbolismos. Por lo tanto, los pasaportes estaban diseñados atractivamente con los colores de la bandera sueca y el escudo de armas con las tres coronas. Varios sellos y las firmas correspondientes, completaban la elegante presentación. Desde el punto de vista de las leyes internacionales, carecían totalmente de valor, pero convencían a los oficiales alemanes.

En otras oportunidades, subía a los trenes donde estaban hacinados los judíos en su viaje a la muerte y corriendo sobre los techos de los vagones empezaba a distribuir pasaportes, para después exigir que liberaran a todos aquellos que habían recibido el documento. Los soldados que custodiaban los trenes nunca se animaron a dispararle.

Según Per Anger, su principal amigo y colaborador, se calcula que Wallenberg salvó cerca de 100.000 judíos.
El 13 de enero de 1945, la avanzada soviética divisó a un hombre de pie frente a la embajada de cuya puerta colgaba una enorme bandera de Suecia. En fluido idioma ruso, Wallenberg le dijo al comandante que él era el representante sueco encargado de la porción liberada de Hungría por los rusos. Wallenberg fue autorizado a visitar el comando del ejército soviético en Budapest y hacia allí partió en auto con su chofer el 17 de enero de ese año. Fue la última vez que se lo vio.
                                         Monumento a Wallenberg en Budapest

Jan Larsson. Raoul Wallenberg’s Biography. Thew International Raoul Wallenberg Foundation. http://www.raoulwallenberg.net/wallenberg/raoul-wallenberg-s-biography/
Archives throw doubts on Wallenberg death date. The New York Times, April 2010. http://www.nytimes.com/2010/04/02/world/europe/02wallenberg.html?ref=raoulwallenberg&_r=0

Hillary Rodham Clinton, Carl Bildt. Wallenberg's Life-Giving Legacy, The New York Times, January 16,2012. http://www.nytimes.com/2012/01/17/opinion/wallenbergs-life-giving-legacy.html?ref=raoulwallenberg





5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Si ya lo corrigió no entiendo porqué no elimina el comentario, que queda desubicado o, mejor, lo agradece.

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  2. Erika
    Muy curioso el criterio para otorgar el Premio Nobel de la Paz, no se lo dieron a Irena y sí a Kissinger y Obama

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    1. Alguien todavía cree que el nobel es justo, o por mérito?

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    2. A veces la pegan como en el caso de Mandela

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