martes, 6 de septiembre de 2011

LA FUGA DEL SIGLO


En una de las zonas bacanas de Montevideo, se alza el distinguido centro comercial orgullo del barrio. En 1971 no eran tiempos de shopping para los uruguayos y por entonces en ese lugar se encontraba el lóbrego penal de Punta Carretas.
Era la época en que el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros (MLNT) ponía incómodo con sus operaciones al margen de la ley al gobierno de José Pacheco Areco quien en 1967, en su condición de vice, reemplazó al fallecido presidente general Oscar Gestido. Gestido no era mal tipo, pero la presidencia le quedaba grande para timonear el turbulento mar que surcaba en esos tiempos la república. En realidad era más conocido por su hermano, Álvaro Gestido, jugador de Peñarol quién en 1930 formó parte del equipo que ganó el Mundial de Fútbol y que los uruguayos todavía festejan.
Una enfermedad coronaria que venía arrastrando y el estrés del cargo enviaron a Gestido al cementerio. Cuando Pacheco Areco tomó la posta adoptó una política de mano dura, cerró periódicos y proscribió partidos de izquierda. Por entonces Costa Gravas filmaba Estado de Sitio que describió toda la crudeza de los operativos de las fuerzas armadas producto de las doctrinas recibidas en la Escuela de las Américas.
Así estaban las cosas cuando en 1969 recaló en el penal el tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro, un peso pesado dentro de los cuadros del movimiento. Meses después, el ejército logró capturar a Raúl Sendic, fundador y jefe del movimiento y leyenda viva en Uruguay. Sendic y Fernández Huidobro, hartos de malos tratos que incluyeron torturas, se unieron con José “Pepe” Mujica, otro miembro importante que también había caído en las redadas policiales y entre los tres planificaron fugarse.
La idea era absurda, temeraria e imposible; constituía en un túnel que desembocara en una casa vecina al penal. El boquete debía comenzar en una celda de algún preso común y en la 73 se encontraba el Loco Arión quién vivía obsesionado con los Ovnis y por lo tanto los guarda cárceles no le prestaban mayor atención.
Primero se hicieron orificios para comunicar las celdas entre sí y luego comenzaron a excavar febrilmente el túnel. Desde el comienzo la suerte los mimó, porque a los 20 metros se encontraron con un antiguo túnel realizado por 7 anarquistas que en 1931 lograron escapar.
El 6 de septiembre de 1971, el jubilado Jesús Torreta, hombre madrugador, se levantó a las 6 de la mañana para cebarse unos mates. Su casa estaba en la vereda de enfrente del penal. Ante su asombro descomunal un pedazo del piso de una de sus habitaciones se levantó y comenzaron a surgir uno detrás de otro como un parto interminable, rostros polvorientos que le hacían señas y gestos de que se quedara tranquilo y no hiciera ningún movimiento.
Cuando salió el último preso le dijo que no hiciera nada durante media hora. Treinta minutos después, sonó el teléfono en la guardia del penal. “Buenos días, soy Jesús Torreta y se acabaron de escapar un montón de presos”. No se recuerda si el guardia lo mandó a la mierda o le dijo que no jodiera a esa hora y colgó. De todas maneras pasó el aviso. Cuando el director del penal encontró las celdas vacías, las paredes perforadas y el boquete del túnel en la celda 73, se dio cuenta que su futuro en la institución había terminado. Los términos torpeza, negligencia e inoperancia serían los adjetivos más suaves que pronto escucharía de sus superiores.


Ese día escaparon 106 presidiarios, la gran mayoría tupamaros, nada menos que la cuarta parte del plantel de reclusos del penal.
A 40 años de aquél episodio, Pepe Mujica es el presidente de la República Oriental del Uruguay y Eleuterio Fernández Huidobro su Ministro de Defensa, y sin duda alguna, aquella fue la fuga del siglo.

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