sábado, 15 de enero de 2011

La SRA

SRA: es el acrónimo de Sociedad Rural Argentina
La primera vez que se rozó suavemente el poderío e intereses de la SRA fue cuando en 1944 se puso en vigencia el Estatuto del Peón que integrado por 30 artículos, tenía como objeto regir las condiciones del trabajo rural, su retribución, las normas de su desenvolvimiento higiénico, el alojamiento, la alimentación, el descanso y las reglas de disciplina.
Hasta entonces, el peón rural estaba sometido a las arbitrariedades del patrón que en el mejor de los casos tenía una actitud paternalista donde abundaban frases como “quedate tranquilo, vos ya votaste” y en el peor de los casos eran simples esclavos donde regía hasta el derecho de pernada como en tiempos del Medioevo.
El Estatuto del Peón no dañaba los intereses económicos de los terratenientes, pero reaccionaron como si hubieran recibido un zarpazo feroz. Las sociedades rurales lanzaron una proclama a través de sus medios que terminaba diciendo: Queremos expresar nuestro desacuerdo por la forma belicosa y hostil hacia los productores rurales sin discriminación alguna, con que se ha hecho pública la aparición del estatuto del peón, creando un clima de violencia y de resentimientos recíprocos en un medio donde reinaba la armonía y el mutuo entendimiento. La justicia social no puede tener nunca su base en la violencia ni menos en la fuerza, pues sobre ellas no ha podido edificarse nada sólido ni duradero.
No hay espacio para analizar la hipocresía de estas palabras, pero resulta obscena la frase “donde reinaba la armonía y el mutuo entendimiento”.
No se puede obviar la actitud que tuvo la SRA con los gobiernos democráticos a los cuales combatió y denostó sistemáticamente, excepto al gobierno de la rata que prácticamente les regaló el enorme predio que poseen y tuvo una actitud servil hacia todos sus requerimientos. Por lo demás, sólo los presidentes uniformados de facto podían ir a la SRA con la seguridad de ser recibidos con vítores y aplausos.
Cumplido un año de la dictadura de Videla, la SRA sacó una solicitada que terminaba diciendo que reiteraba su apoyo a “toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para lograr así los fines propuestos que en definitiva son los grandes objetivos nacionales”. Para la SRA los “grandes objetivos nacionales” era mantener al país en un estado exportador de materias primas a ultranza y hacia ese logro se abocó enconadamente uno de sus socios más ilustres: el ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martinez de Hoz.


El mensaje que emitieron esta semana las entidades agropecuarias es que no van a negociar nada, que quieren otra política agropecuaria y que se vaya el gobierno kirchnerista en general y Moreno en particular. Quieren otro gobierno y otra política.
Comienza un año electoral y en el dispositivo de la oposición se encuadra una Mesa de Enlace que debuta en la campaña con un paro en la comercialización de granos. El intento es incidir como lo hizo abiertamente en las elecciones de medio término del 28 de junio del 2009 aunque su discurso de confrontación ya no sea tan representativo como durante el conflicto.
Como bien señala Luis Bruschtein en su columna de hoy en Página 12, la puja por la 125 fue también un laboratorio cultural. Hubo una intervención corporativa de los grandes medios que presentó a los productores como las víctimas de un Estado injusto y autoritario, instalando categorías como “el campo” o “la guerra gaucha”, haciendo una mezcla con los orígenes de la patria, el trabajo esforzado, el hombre sencillo, de palabra honrada y sin doblez. Los medios corporativos se esforzaron en resaltar esos paradigmas más allá del contenido del conflicto. El sujeto victimizado, esforzado y leal, eran las patronales rurales.
Sobre este contexto, el lenguaje ferozmente descalificador y violento de los ruralistas era presentado como el grito desesperado de una protesta legítima. Del lado oficial también hubo exabruptos. La diferencia fue que mientras los insultos y las groserías de las patronales rurales eran recibidos como “chistosos”, los discursos duros del oficialismo eran usados para reforzar la imagen de autoritarismo e ignorancia que construía la corporación mediática sobre el Gobierno.
Los señores del campo que nunca hicieron tanto dinero como en estos años van por más, van por todo.



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