sábado, 11 de diciembre de 2010

Pequeña guía del Nueva York de hoy

Si tengo que empezar por algún tema elegiré la cordialidad de la gente y en este aspecto el primer impacto fue el trato amable que recibimos en migraciones, que muchas veces suele amedrentar al turista empequeñecido en un país al que no pertenece y ante la figura de un uniformado que hace preguntas a cara de perro.
No fue este el caso, ya que además de sonrisas afables nos hicieron adelantar en la cola por portación de menor (mi nieto Francisco de 10 años que venía con nuestra hija Laura). En fin, nada semejante a las penurias de los sufridos argentinos que recalan en Barajas.
El buen trato y la colaboración la apreciamos en la calle y en los medios de transporte y no era infrecuente que mientras consultábamos un mapa algún transeúnte se detuviera espontáneamente para ofrecernos su ayuda. Fue una sensación gratificante que no recuerdo haberla tenido en viajes anteriores.
Nos alojamos (dato que le puede servir a alguno), en el Central Park Hostel, un lugar recomendable ubicado casi al final del parque en la calle 103, antes de comenzar Harlem. El barrio es antiguo y seguro con departamentos estilo inglés, el hotel alojaba huéspedes en su mayoría turistas jóvenes y tranquilos. Teníamos una habitación grande para los 4 con excelente baño por US 160. A 30 metros había una estación con 2 líneas de subte que nos dejaban en cualquier lado de NY.
En otras oportunidades este medio de transporte nos producía rechazo, las estaciones son sórdidas, muy pocas tiene escaleras mecánicas y nos apabullaba ver trenes pasando en forma simultánea en paralelo y en distintos niveles. El primer pensamiento era: “esto es una locura, yo si viajo aquí me voy a la mierda”. La realidad es que el subte es sumamente eficaz y con un mapa de los recorridos desparecen todos los temores. Cuesta US 2,25, pero sacando por US 25 lo que llaman “unlimited weekly ticket”, se puede viajar durante una semana sin restricciones y con transferencia a los ómnibus. Esto último no lo recomendamos porque el tránsito es caótico y el subte hace en la tercera parte de tiempo lo que le lleva al ómnibus. Siempre fuimos sentados y el ambiente es similar a los subte de acá.
Como les dije, estábamos a pasos de Harlem que se volvió un barrio “fashion”, poblado de turistas y que conocimos bastante ya que una amiga de la infancia de Laura vive allí.
La calle en Harlem donde vive la amiga de Laura







Varias veces caminamos por Central Park alrededor de las ocho y media de la mañana antes de iniciar los recorridos agotadores por la ciudad. Nos cruzábamos con los dueños de los perros y los aerobistas, tan estoicos como nosotros, a esa hora en que el sol recién despuntaba y la temperatura era de un grado bajo cero. Esta vez el frío no nos molestó, de hecho el primer día almorzamos en un bar al aire libre en Central Park bajo un agradable sol otoñal.

Laura y Francisco en Central Park
Abajo Alicia en otra parte del parque















En el Olimpo del consumo es imposible mantenerse prescindente, especialmente con las ofertas de Navidad. Normalmente NY es más cara que Buenos Aires, pero caímos justo en la época de las ofertas navideñas que en muchos casos bajan los precios hasta el 70-80%, por lo que un artículo habitualmente caro se torna irrisoriamente barato.
La quinta avenida en esta época era un mar de gente y vimos mucha elegancia en el vestir, especialmente en las mujeres. Las vidrieras competían en creatividad y buen gusto, aunque alejándose un poco, muchas decoraciones se deslizan por la estrecha cornisa entre lo kistch y lo estético. Sea como fuera, en cualquier circunstancia prevalecía lo superlativo que siempre suele acompañar a la ostentación. La sencillez no forma parte del vocabulario de este país.

En el Rockefeller Center










Un dato interesante fue que todos los artículos en venta, cualquiera sea el rubro (vestimenta, vajilla, electrónica, juguetes, etc) provenía de China, Singapur, Malasia, India, Filipinas, Corea y Viet Nam. Ni siquiera las tiendas de marca como Tiffany escaparon a la marea asiática que arrasó con todo y es una luz roja de alarma para la economía del país.

Curiosidades de Times Square. Arriba de "The naked Cowboy" no pareciá sentir que hacía cero grado, tocaba la guitarra y se fotografiaba con la gente, levantando guita en pala.
Abajo una parodia de casamiento de una pareja de homosexuales en defensa del derecho al matrimonio igualitario. Los curiosos aplaudían a rabiar y yo me acerqué a uno de ellos para manifestarles que en Argentina ya existía esa ley.




En NY se puede comer desde US 10, yendo a los restaurantes económicos, en su mayoría chinos donde la comida es por peso. En un restaurant equivalente a Palermo Hollywood, el costo es de 20-30 US (sin vino). A los caros no fuimos, por lo tanto no tengo información.
Los libros son baratos aunque no estén en liquidación. Las librerías son escasas, pero hay una llamada Strand que vende nuevos y usados y cuyos dueños se jactan de que poniendo un estante al lado de otro se cubren 25 kilómetros. Allí, Alicia y yo compramos libros a precios muy razonables y algunos inhallables en otros lados. Los DVD y CD están a los mismos precios que en Buenos Aires, aunque si es un “old” difícil de conseguir puede valer una fortuna, cosa que no sucede en la calle Corrientes.
Asesorados por expertos en Buenos Aires, nos confeccionamos carnet de periodistas, al fin y al cabo tanto Alicia como yo formamos parte de la industria editorial. Esto nos permitió entrar gratis a todos los museos que no fueran privados.
Estando en Broadway es casi una obligación ver un musical. Asistimos a una impecable Mary Poppins con un despliegue de escenografía y técnica que tan bien dominan en Broadway. Nos ubicamos en pullman, pero estábamos casi en el centro y el teatro era como el Avenida así que se podía apreciar bien a los actores. Además, en el sentido real de la palabra había una razón de peso, valía US 60 contra la platea que valía 120.
Eufórico Francisco







Como anécdota de nuestro regreso, el avión hizo escala en Miami. Mientras esperábamos, aparecieron dos personajes conocidos, él muy cabezón, petisito y de cara desagradable, seguido por su esposa más petisa aún. Eran los Duhalde, se situaron en un rincón y se les acercaron dos personas a charlar con ellos y sacarse fotos, los restantes 200 pasajeros los ignoraron olímpicamente, una muestra adelantada de la relación de votos que puede tener si decide postularse.
En fin, NY es impactante, amamos la armonía de París, el arte de Florencia y la magia de Venecia, pero NY es avasallante. Aunque parafraseando al sabio catalán en su cantata, puestos a elegir…preferimos la Reina del Plata.


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